En varios tramos de la muralla se puede observar una imponente sucesión de torreones que se erigen con magnificencia donde se extienden pendientes pronunciadas que permanecen ajardinadas a lo largo de centenares de metros. Hemos de imaginar que esas pendientes serían incluso mucho más escarpadas y que se han ido suavizando por la deposición de tierras con el paso de los siglos. Estas pendientes se convierten, para muchos ciudadanos de Ávila en improvisadas pistas de descenso en trineo cuando la nieve hace acto de presencia.
Mientras se está corriendo por esa zona, y si la humedad está presente, hay que ir con mucho cuidado ya que la hierba es realmente resbaladiza.
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